PAULO DE JOLLY anda por los salones de Versalles

Elssaca nos comparte su visón del poeta: Regio y hasta principesco, de aire enigmático. Poeta atípico y monárquico, alejado de la tradición chilena, a excepción de algunos enlaces con la obra de Diego Maquieira.

Paulo arribó a este mundo un 24 de diciembre, como regalo de fiestas de natividad, en medio de una familia conservadora, marcada por la tragedia. Fue el segundo de siete hermanos y viudo de la artista Francisca Droguett Larraín, que había estudiado en la Real academia de Pintura de San Fernando, en Madrid.

Elssaca menciona con nostalgia: Recuerdo a Paulo en los años ochenta, paseando con Césare, su colosal perro San Bernardo. O en la librería Altamira, del Drugstore de Providencia, buscando la luz de una nueva edición y alguna tarde estival tomando un café en su departamento de Lyon con Carlos Antúnez. 

Por: Theodoro Elssaca
Poeta, ensayista, narrador, artista visual, fotógrafo antropologista.
Presidente Fundación IberoAmericana

Elssaca rescata otra interesante perspectiva del poeta: “Erick Pohlhammer escribió esos días: “De Jolly es un esteta riguroso, fino, exquisito. Fue el primero en poner espacios en blanco y ritmo a imágenes de otra época y lugar, preñadas de contingencia en esa aparente ausencia”.

DE JOLLY compartiendo su obra.

A continuación, se presenta PDF con breve ensayo.

Elssaca nos comenta que “De Jolly publicó dos obras: Louis XIV, en 1982 y Príncipes, duques y mariscales de Francia, en 2003. Ambos libros siempre dentro de la temática histórica que lo apasionaba.”

De Jolly vestido de marqués, declama: Y ni siquiera el brillo lejano / de todo el reconocimiento del mundo / en mis palabras / podrá desviar mis intenciones / esenciales / que son como la eternidad / en mis salones de Versailles / en cambio el mundo es indeciblemente transitorio / y todo rey como hombre / tiene su final.

Su cuerpo descansa frente al mar de Ritoque, en la Ciudad Abierta de Amereida.

El poeta Theodoro Elssaca en un Homenaje a su amigo Paulo De Jolly

en el Cementerio de la Ciudad Abierta Amereida, frente al mar de Ritoque.