Matilde Pérez


Muestra de sus Obras


Reseña Biográfica


Arte cinético en Chile

Escultura cinética. Acrílico y acero inoxidable. 110 x 110 x 15cm. 1978
Escultura cinética. Acrílico y acero inoxidable.
110 x 110 x 15 cm. 1978
Escultura cinética motorizada. Disco acrílico y madera. 1985
Escultura cinética motorizada. Disco acrílico y madera. Año 1985. 123 x 123 x 20 cm.


Escultura cinética en vidrio impreso y metal. Año 2010. Rojo y Negro.
Escultura cinética en vidrio impreso y metal. Año 2010. 100 x 100 cm.
Escultura cinética en vidrio impreso y metal, año 2010. Verde y Negro
Escultura cinética en vidrio impreso y metal, año 2010. 52 x 52 cm.


Óleo sobre madera, año 1976. 100 x 100 cm.
Óleo sobre madera, año 1976. 100 x 100 cm.
Vidrio impreso. 30 x 30 cm. Magenta y Negro
Vidrio impreso. 30 x 30 cm.


Serigrafía azul y negro, año 1973, 60 x 79 cms.
Serigrafía azul y negro, año 1973, 60 x 79 cms.
Serigrafía, negro, morado y lila, año 2012, 65 x 95 cm.
Serigrafía, año 2012, 65 x 95 cm.


Serigrafía amarilla, año 1973, 60 x 79 cm.
Serigrafía amarilla, año 1973, 60 x 79 cm.
Serigrafía, verde, negro y naranja, 76 x 54,5 cm.
Serigrafía, 76 x 54,5 cm.




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Reseña Biográfica de Matilde Pérez
Fotografía de Matilde Pérez Premio Altazor, Artes Visuales, año 2004.

Fotografía de Matilde Pérez
Premio Altazor, Artes Visuales, año 2004.

La audacia ha sido el sello de la vida de Matilde Pérez, una artista visual de camino propio que abrió nuevos rumbos en el arte chileno del siglo XX y que como mujer, transgredió muchas de las convenciones de su tiempo para dedicarse, como lo hizo, a explorar el lenguaje pictórico.

Nacida en Santiago en 1920, se ha paseado dentro y fuera del cuadro, pasando por el mural, la escultura, la instalación o cualquier otra expresión que en el momento considerara necesaria.

Precursora en América Latina del llamado arte cinético, supo resistir por años un medio reacio a la novedad, donde costaba mucho exhibir algo distinto y donde durante un largo tiempo nadie comprendía o se interesaba por su trabajo, según ella misma recuerda.

Siempre atenta a “lo que no se repite, porque cuando algo se empieza a repetir se agota”, ha combinado los más diversos materiales y técnicas para volcar una mirada que apuesta por que “el ojo se mueva”.

Estudió en la Academia de Bellas Artes, “haciendo desnudos, naturalezas muertas y todo lo que se representa”. Sus maestros fueron, Jorge Caballero, Gustavo Carrasco y Augusto Eguiluz.

Sus primeros pasos los dio como pintora figurativa, emergiendo junto a la llamada Generación del Cuarenta. Posteriormente, aprendió las técnicas del mural junto a Laureano Guevara, maravillada por la simplificación de las formas y las grandes dimensiones de esta disciplina.

La indagación de nuevos lenguajes plásticos llevó a Matilde Pérez a formar parte del Grupo de los Cinco, expresando su inconformismo con los medios tradicionales de representación pictórica. La iniciativa derivó luego en la creación del Grupo Rectángulo, que basaba su expresión en la abstracción geométrica. Allí Matilde se concentró en el dibujo, depurando al máximo la forma y el color.

En 1960, logró una beca para una estadía de doce meses en París. La estancia en Francia, especialmente su contacto con Víctor Vasarely y el Group de Recherches d' Art Visuel, entre ellos el argentino Julio Le Parc, le abrió la puerta al mundo cinético del que nunca más se alejó. Vasarely se interesó en sus propuestas, la invitó a quedarse más tiempo en Francia y le entregó una serie de documentos, que le permitieron estudiar y entender el planteamiento cinético. Entre esos textos, estaba el célebre Manifiesto Amarillo. Desde entonces mantuvieron estrecho contacto hasta la muerte de Vasarely en 1997.

El regreso a Chile trajo para Matilde Pérez la convicción de que lo suyo iba más allá de lo que se representa. Así, sus investigaciones cinéticas y un hábil manejo del color la impulsaron a continuar un original camino creativo que la llevó a ocupar un lugar fundamental en las artes visuales de la segunda mitad del siglo XX. Adelantada a su tiempo, Matilde Pérez crea ambientes perceptivos de activo compromiso con el espectador donde las posibilidades de lectura se multiplican.

Sus obras, sean pinturas, collages, esculturas acrílicas o metálicas, dan cuenta de su incesante experimentación con las posibilidades de la creación tanto del movimiento virtual -a través de la ilusión óptica- o del movimiento real a través de la electricidad, elemento que incorporó a sus obras a partir de 1970.

Reseña biográfica extraida de : Memoria Chilena, DIBAM. www.memoriachilena.cl



Matilde Pérez y Theodoro Elssaca han cultivado una larga amistad creativa, 

en base al enriquecedor debate estético y conceptos que se visualizan

plasmados por la audaz creadora de arte cinético


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