Este libro viene adornado con el premio rumano Mihai Eminescu, en cuya ceremonia de entrega se recordó lo escrito por el poeta español Ángel Guinda, que en un ensayo sobre la poesía de Elssaca, dijo de él: “…estamos ante una de las voces vivas hispanoamericanas más densas y relevantes de entresiglos XX-XXI”. No es mala puerta para entrar en la lectura de este libro de narraciones.
Elssaca es conocido como intelectual múltiple, con estudios universitarios en literatura, diseño, fotografía, cine, y estética e historia del arte en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Pero no es lo único que puede decirse de la trayectoria personal suya. Es poeta, ensayista, artista visual, fotógrafo expedicionario (un viaje por el Amazonas, que casi le costó la vida) y viajero internacional.
De todo esto hay huellas en los textos. De sus saberes en literatura tenemos muestras en varias; aparece como personaje fantasmagórico Gustavo Adolfo Bécquer, también están evocados Gabriela Mistral, Poe, Borges, Octavio Paz, Galeano. De sus incursiones en la música queda la admiración textual por Tchaikovski, Debussi, Rimsky-Kórsakov, Chopin; todos incorporados en la trama de los cuentos donde aparecen y no como simples menciones. La fotografía y el cine, que no parecen tener lugar entre las palabras de los relatos, también se asoman en la vividez de las imágenes de diversos objetos y paisajes: la figura de un albatros que articula una narración sobre los misterios del azar; la del escritor y marino, Pierre Loti, que fuma una pipa quimérica de mares rizados en la bahía de Valparaíso, saltándose un siglo para regalarle al lector su imagen fragante a tabaco; surgen también imágenes muy vívidas de puertos (Baracoa, Siracusa, Marparaíso por la noche, un atardecer en el Bósforo); de los saberes plásticos del autor deben venir los detalles de color en sus descripciones, con mucha más abundancia de lo que solemos leer en otros narradores. Estas imágenes coloridas caracterizan a mi entender el fondo ambiental de los cuentos y los realzan sin interferir en el relato, lo que es aquí bienvenido por el lector actual, el mismo que suele rechazar la descripción de espacios. Es una colorida originalidad de los textos de Elssaca, que le otorga su sello y los vuelve más interesantes.
Otra riqueza de los cuentos viene del conocimiento personal que el autor tiene de la geografía del mundo. Su narrador pone ante la imaginación del que lee una variedad de lugares casi mareadora. En no muchas páginas es llevado por casi toda la tierra en enormes saltos fáciles y atrayentes. El hablante se mueve con toda naturalidad entre Santiago de Chile, Palestina, Estambul, Buenos Aires, Chiloé, San Pedro de Atacama, Isla de Pascua, Madrid, La Habana, Ciudad de México y mucho más.
Pero me parece que lo más destacado en los relatos es una suerte de elasticidad del tiempo, que enlaza historias diferentes y fechas remotas en un solo espacio textual. Es lo que principalmente me sedujo en las narraciones. Sabemos que los juegos con el tiempo no son desconocidos entre los recursos narrativos; muchos los han usado. Pero no es frecuente que le den esta atmósfera de fantasmagoría a un conjunto de relatos completo. Ocasionan una suerte de agradable dislocación temporal, una transformación de la realidad cotidiana por magia. Ejemplos; casi al principio del libro, se encuentra la historia del albatros que mira al narrador en un lugar frente al Bósforo donde toma notas de una conversación con Thor Heyerdahl acerca de Pierre Loti. Años después, alojado en el pasaje Pierre Loti en Valparíso, vuelve el mismo pájaro, de quien le cuentan que su imagen se encuentra ya en una fotografía de 1889, posado en el mismo pasaje. Y en el mismo lugar, un marino obviamente de otro tiempo, fumando su pipa dice que se llama Pierre. En otro cuento, el tiempo de ahora se atrasa en el ruido de un avión que anuncia a los nadadores primitivos de Rapa Nui la llegada de la cultura occidental y sus amenazas, pero en una vuelta más de tuerca temporal, ciertamente que solo el lector de ahora puede entender ese significado del trueno del avión; es decir, está el tiempo previo a la invasión occidental, el tiempo del avión y el tiempo del lector, coexistiendo sin dificultad, pero implicando la historia que iba extender por el mundo el avance de la técnica. En otro de los cuentos, el canto de marineros nostálgicos del buque escuela belga-francés L’Orientale, que naufragó muchos años antes, suena actualmente en los oídos del bisnieto de un tripulante salvado, y suena en un paseo junto al mar de Valparaíso. Estos juegos con el tiempo, me parecen ser el elemento que permanece más estable en el recuerdo del lector.
Emparentado con lo anterior, creo que otro de los componentes notorios del libro es la mezcla de realidad y ficción. Hay, por ejemplo, un escritor que está tratando de producir una pieza narrativa para leerla ante un público madrileño; trabaja en la noche anterior a la lectura, pero lo interrumpen los propios personajes de su relato, a quienes consigue controlar, pero a la mañana, junto con haberse ido todos, se ha borrado de su computador todo el trabajo de la noche. Un personaje femenino en otro, triste por el rechazo de sus versos en las editoriales, se encuentra con Gustavo Adolfo Bécquer que lee ante su público y le dice que ha llegado a casa. Hay más casos de lo mismo. La reunión de estas características en el libro, le da al conjunto una atmósfera de refrescante contravención de las expectativas con que habitualmente abordamos la lectura.
Terminemos esta presentación agregando que a todo lo anterior se suma la presencia en los cuentos de muchos de los temas que actualmente solicitan la atención de todos. Está, como decíamos, la música. Pero está también el esoterismo, interesante hoy día para tantos buscadores de algún sentido para la vida. Nos asomamos a las masacres que ya ensombrecen este siglo nuestro que sucede al XX, que algunos todavía consideran el más sangriento de la historia. Están las leyendas de los pueblos originales nuestros. También la amenaza angustiosa que pone en peligro los bellos lugares prístinos y limpios que aún quedan en el planeta, siempre en riesgo de ser arrasados o envilecidos por el “progreso”. Hay también situaciones estremecedoras como la actual de Palestina. Y muchos otros temas, que forman parte de nuestra insegura, asustante, pero hermosa realidad.
En suma, un libro que vale leer por su forma y el misterio de sus cuentos.
Jorge Guzmán
Invierno de 2014
Santiago de Chile
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